No hay mayor ceguera que la de aquél
que, aun con los ojos abiertos de par en par
no es capaz de contemplar el sol
No hay sordera más grave que la de aquél
que, aun con la caracola más bella
no es capaz de escuchar el mar
No hay clausura más triste
que la de aquel niño
que no aprendió a amar
No hay turbación más grande
que la de que aquel hombre
que su valor olvidó
Los ojos no sirven ya
los oídos no sirven ya
si no escuchas el sonido del viento
si no ves nacer una flor
si no percibes el paisaje
que canta a tu alrededor
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1 comentario:
Sigue así y yo continuaré entrando en tu blog. Escribes regular, pero puedes mejorar con el tiempo y experiencia. Muy sentido y profundo, pero con falta de esmero. Espero que no te molesten mis críticas. Sigue trabajando en la estructura de los poemas.
un beso
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