El cisne

A VECES MIRABA EL CIELO Y SOLO ENCONTRABA UN INMENSO

SOL QUE BRILLABA, AMARILLO Y RADIANTE, PERO ESO YA LE CONFERÍA UNA GRATIFICANTE ENERGÍA Y FUERZA PARA CONTINUAR ADELANTE. AVANZABA UN PASO. Y OTRO. NO SEGUÍA EL CAMINO. ELLA ERA EL CAMINO.

ALGUIEN LE HABÍA COMENTADO QUE TODOS TENEMOS UN DESTINO MARCADO. PERO ELLA NO SE LO CREÍA. SE NEGABA A PENSAR QUE LA VIDA ERA TAN SIMPLE COMO UN TEATRO DE MADERA EN EL QUE LAS MARIONETAS SE DEJAN REGIR POR AQUÉL QUE LAS MANEJA. SU HISTORIA NO ESTABA YA TRAZADA. DEBÍA SEGUIR AVANZANDO.

A VECES CANTABA. A VECES BAILABA. A VECES JUGABA. A MENUDO COMÍA. POCO DORMÍA. PERO LO QUE SIEMPRE SIEMPRE HACÍA ERA IMAGINAR.

IMAGINABA QUE ERA UNA GITANA AMBULANTE Y TENÍA MUCHOS HIJOS. IMAGINABA QUE ERA UNA DIVA Y VOLVÍA LOCOS A LOS HOMBRES. IMAGINABA QUE ERA UNA RANA Y HUÍA DE LOS HUMANOS. IMAGINABA QUE ERA UN ASTRONAUTA Y PASEABA POR LA LUNA. MAS SU FANTASÍA FAVORITA ERA OTRA. ELLA QUERÍA SER UN CISNE.

EL CISNE ERA UN ANIMAL MÍTICO. VOLABA, NADABA Y CAMINABA. DOMINABA LOS TRES MEDIOS: EL TERRESTRE, EL AÉREO Y EL SUBACUÁTICO. SE CONOCÍA A SÍ MISMO, EL INCOSCIENTE Y LO PARANORMAL. ¡UN CISNE! ¡QUÉ HERMOSA FANTASÍA!

PERO LOS CISNES SE HABÍAN EXTINGUIDO. Y ELLA SÓLO ERA UNA NIÑA DE DIEZ AÑOS.