lluvia

Y cada uno se fue por su lado, tristes y pensando en su fracaso, sin abrigo, sin paraguas, mientras la lluvia les empapaba y el viento cortaba sus labios, pero, ¿qué más daba, si esos labios no iban a ser jamás besados?

¡Estúpidos mocosos! ¿Inconscientes niñatos! Si desaprovechaban la oportunidad que el destino les había brindado, si ella no sabía amar y él nunca había estado enamorado, sus corazones latían en vano, y se iban, los dos, cada uno por su lado.

Cataratas internas de lágrimas vivas, olor a fogata en medio del alma, palpitantes deseos de tocar las campanas... pero si se cierran las puertas del campanario, ¿quién podrá, entonces, alcanzarlo?

LLuvia cae, cabello impregado, dedos helados, sin hora, sin rumbo, pensando en su mundo, en su mundo interior, bien guardado, y se van los dos, cada uno por su lado.